Convéncete de comer bien
- todoescomer
- 9 oct
- 3 Min. de lectura

Si crees que eres débil por haberte tomado dos trozos de tarta o si te fuerzas a ir al gimnasio porque tienes que "quemar" la hamburguesa que has almorzado, estás asociando tus valores a tus decisiones alimenticias, lo que te hace sentir mal por haber elegido las opciones "malas".
Esa mentalidad solo genera culpa y te hace sentir vulnerable, algo que puede ser un impedimento a la hora de conseguir tus objetivos de bienestar, ya sean de nutrición o de otro tipo. Además, el mito de comer y luego hacer ejercicio no funciona así. Es probable que acabes sintiendo inseguridad y frustración, y eso puede tener un impacto negativo en todos los ámbitos de tu vida.
Estos consejos te ayudarán a analizar tu diálogo interior y a reconducirlo por el buen camino:
1. Replantéate los conceptos "bueno" y "malo".En lugar de calificar como "buenos" los alimentos integrales y aquellos ricos en nutrientes y considerar "malos" los dulces y los tentempiés salados, piensa en los beneficios que te ofrece cada cosa. Por ejemplo, los brownies están riquísimos, pero las fresas aparte de estar deliciosas, también contienen vitaminas, minerales y antioxidantes. Así lo enfocas de forma positiva (cambias los conceptos por "bueno" y "mejor"). De este modo, disfrutarás de los caprichos que te des de vez en cuando en lugar de castigarte por ello y hará que más a menudo te inclines por las opciones más saludables. Y eso se debe a que tu mente ya conoce sus ventajas.
2. No te compares, el proceso de bienestar es individual. Si no lo haces, te arriesgas a entrar en un bucle de culpa, incluso cuando estás progresando con tus hábitos. y es posible que pierdas parte de la satisfacción que te produce comer lo que te apetece.
3. Encuentra una ventaja.En lugar de pensar en las calorías que tiene un plato o culparte porque no deberías estar comiéndotelo dale la vuelta a ese planteamiento. Imagínate que tienes prisa y tomas cereales para desayunar, y no unos huevos con aguacate. En vez de pensar que estás haciendo algo malo por recurrir a unos cereales procesados, céntrate en todo lo que te aportan los trocitos de fruta que les has puesto por encima. Si no le pones fruta, agradece el hecho de tener comida o en cómo la comida te conecta con quienes han hecho posible que la disfrutes. Esta actitud puede ayudarte a mejorar tu diálogo interior, además de motivarte a tomar decisiones más saludables.
4. Crea algo de distancia psicológica.Un estudio publicado en la revista "Clinical Psychological Science" revela que las personas toman decisiones alimentarias más saludables cuando se hablan a sí mismas en tercera persona, lo que los expertos califican como "autodiscurso distanciado". ¿El motivo? La distancia psicológica puede ayudarte a centrarte en si un alimento en concreto se ajusta o no a tus objetivos generales. De este modo, te resultará más fácil decir no a una magdalena si no forma parte de tu dieta. Si tu discurso interno te impide relacionarte bien con la comida, prueba a pronunciar tu nombre mentalmente y tu objetivo. Por ejemplo: "___ come alimentos que le aportan nutrientes y energía".
Cuando pienses que un día no has comido nada bien, ponlo en duda. Piensa en todo lo que has comido y seguramente comprobarás que has comido una buena cantidad de verduras y que no te has pasado con el pan en la cena. Si no es así y has comido peor de lo que pensabas, sigue ese proceso para hacerlo mejor la próxima vez.


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